viernes, 9 de noviembre de 2012

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ESCUELAS HELENISTICO-ROMANAS

El periodo helenístico comprende convencionalmente desde la muerte de Alejandro Magno en el año -323 hasta la conquista de Egipto por el Imperio Romano, en el año -30. Este periodo se caracteriza por la extensión del mundo y la cultura griegas debido a las conquistas de Alejandro Magno. 

Este importante cambio influyó decisivamente en la forma de pensar y de afrontar las cosas de los griegos. Lo que antes estaba centrado en la polis y sobre todo en Atenas, ahora se repartía por extensos lugares, y los ciudadanos empezaban a considerarse cosmopolitas y no solo politas. Los centros de influencia seguían siendo las ciudades, pero Atenas tenía que compartir su importancia con Alejandría, Antioquia, Pérgamo o Esmirna, ciudades que se esforzaban en atraer a todo el mundo cultural. 

Los filósofos de esta época de desentienden de la política y de sus deberes ciudadanos que ya no entienden ni comparten y se esfuerzan en buscar soluciones individuales para conseguir la felicidad al margen de la colectividad. Por esto, a las escuelas que surgen en este periodo se las ha llamado, a veces, escuelas de felicidad, porque lo que buscan es precisamente conseguir la felicidad y compartirla con todos aquellos que se acerquen por sus escuelas. 

Las principales escuelas helenísticas fueron: Epicúreos, estoicos y escépticos. Además en esta época seguían funcionando la academia de Platón y el liceo de Aristóteles, y con el paso del tiempo surgió la escuela o movimiento neoplatónico de Plotino, que también se considera helenístico y quedaban además un nutrido grupo de sofistas. 

 

ESCUELAS MEDIEVALES

Tres tipos de "escuelas", tendrán el monopolio del saber en la Edad Media. Las escuelas monacales, las escuelas catedralicias y las escuelas palatinas. 


Estas ecuelas se centran en la relacion que hay entre la fé y la razón, En definitiva, unir filosofía y teología de una forma absoluta fue un extremismo corriente en la Edad Media, confundir que la fe deba ser razonable con el racionalismo de la fe. Cuestión que sólo es superada por Tomás de Aquino.